Para concluir la última etapa del proceso de investigación consiste en comunicar los resultados de la misma mediante un texto escrito. De esta manera las ideas que el investigador aporta adquieren un carácter permanente y pueden ser consultadas por otros estudiosos.
El texto será capaz de transmitir esos resultados si solo es coherente, claro, minucioso, sustentado con suficientes argumentos y ejemplos. La forma precisa y particular que exige cada disciplina o campo del saber para la investigación escrita del desarrollo y conclusión de sus respectivas investigaciones, no invalida el conocimiento y empleo de algunos requisitos formales aplicables a cualquier escrito producto de alguna investigación.
Redactar el borrador del trabajo constituye, como lo señala Garza Mercado "la primera exposición organizada de los hechos e ideas que presentara el escrito definitivo". Dependiendo de la complejidad del asunto, así como de la habilidad y experiencia del redactor, es posible que se imponga la necesidad de elaborar dos o más borradores, antes de que tome forma el escrito final.
Tanto la introducción del trabajo como el índice se preparan al final, una vez redactado el cuerpo de aquel. La razón es obvia: no se puede introducir al lector en algo que aun no existe o que no ha sido terminado, así mismo solo se puede ordenar las partes o capítulos de un trabajo asignándoles una secuencia numérica a sus páginas, una vez que dicho trabajo este completo. En este momento se debe precisar en forma definitiva el titulo del trabajo, cuidando que recoja verídicamente el contenido del mismo.
Conviene dejar descansar el trabajo, más bien el borrador del mismo, durante cierto tiempo, ya que después habrá que leerlo con ojos críticos, escudriñando su organización y consistencia, las citas y las notas, mayor objetividad en la medida en que sea posible revisar fríamente dicho borrador, sin ataduras emocionales.