Si hay algo que ya no esté en duda en el mundo de la empresa es que el rendimiento depende más de la motivación que de la aptitud. O mejor dicho, puesto que el concepto de "motivación" recibe varias definiciones depende más de la actitud que de la aptitud.
Con esto no queremos decir que "motivación" y "actitud" sean sinónimas ya que precisamente las diferencias entre ambos irán apareciendo según recibimos las importantes diferencias entre autores a la hora de definir la "motivación".
Uno de los primero enfoques fue el de Thorndike, en 1911; según este autor "todos tendemos a repetir aquellos actos por los cuales hemos obtenido recompensa, y a evitar aquellos por los que hemos obtenido castigo".
El problema es que algunos prefieren unas recompensas antes que otras, de manera que cada cual se dedica a repetir el comportamiento que conduce al tipo de recompensa preferido. Estas preferencias derivan de nuestra circunstancia biográfica, las cuales han configurado nuestros gustos. Siguiendo esta línea de pensamiento, si averiguamos qué buscan los individuos encontraremos qué cosa les parece a ellos que sea una recompensa aceptable y ofreciéndosela les motivaremos [12].