2.1.2. El liderazgo en el trabajo y en la vida

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Es difícil encontrar a una persona líder en su trabajo y sin empuje en su vida privada. El líder actúa y se exige en búsqueda de la excelencia y de comportamiento ético en todos sus ámbitos de actuación (profesional, familiar, personal), es una persona coherente, capaz de mantenerse fiel a sus principios y de no renunciar a ellos en pro de su carrera profesional.

¿Lleva usted una vida equilibrada, dedicándole tiempo a su vida profesional, vida personal y familiar? Un balance en estos tres frentes, conlleva tal nivel de responsabilidad y de presión, que requiere entusiasmo, convicción, persistencia y dedicación. ¿Es usted una persona que es absorbida por el frente profesional? ¿Se siente feliz? Si la respuesta es positiva, entonces no podrá ser líder en su Organización, sólo será un simple gestionador eficaz. El liderazgo tiene escalones y el máximo es cuando se logra desarrollar personas. No confunda liderazgo por los resultados que logra o por la posición formal que posee. Si esto lo logra en su hogar entonces es más fácil extrapolarlo en la empresa.

El liderazgo hay que ejercerlo a lo largo de toda la vida, por lo que exige dosificar las fuerzas y no quemarse en un "sprint" alocado. ¿Sabe planificar su vida personal?, ¿Se ocupa de temas estratégicos o ha perdido la perspectiva del largo plazo?, ¿Sabe cómo priorizar sus tareas?, ¿Domina un segundo idioma?, ¿Quiere mejorar la comunicación con su equipo? ¿Quiere mejorar la comunicación en el hogar?, ¿Lo respetan en su hogar?, ¿Cuál fue el último libro leído?, ¿Tiene Tiempo para el deporte?, ¿Va al cine con la familia un fin de semana?, ¿Trabaja de 9 de la mañana a 10 de la noche todos los días?, etc.

Haga un esfuerzo, e impónganse finalizar todos los días a las 7.30 de la noche (salvo en ocasiones excepcionales), organice su jornada e imprima un ritmo de trabajo balanceado. Muchos directivos presumen de estar todo el día en la oficina. Probablemente estén perdiendo el tiempo, además de estar desatendiendo a su familia, a sus amigos y a sus propias inquietudes personales.

Es muy difícil separar totalmente la vida profesional de la vida personal. No suele ocurrir que una persona sea un líder en su trabajo y en cambio se comporte de manera conformista, sin empuje, en su vida privada.

El líder suele actuar con el mismo nivel de auto exigencia, de búsqueda de la excelencia y de comportamiento ético en todos sus ámbitos de actuación (profesional, familiar, personal, etc.).

Los mismos principios de actuación que aplica en el trabajo (honestidad, dedicación, innovación, decisión, preocupación por las personas, comprensión, etc.), aplicará en su vida ordinaria.

El líder debe ser una persona coherente, capaz de mantenerse fiel a sus principios y de no renunciar a ellos en pro de su carrera profesional. El líder tiene que ser capaz de defender sus principios aunque esto le pueda suponer graves contratiempos profesionales.

El liderazgo, el ser capaz de defender apasionadamente unos ideales, exige una gran solidez en las propias convicciones, que sólo es posible cuando éstas se asientan en principios inquebrantables. Además, es fundamental que el líder mantenga una vida equilibrada, dedicando tiempo no sólo a su vida profesional, sino también a su vida personal y familiar.

El liderazgo conlleva tal nivel de responsabilidad y de presión, requiere tanta ilusión y optimismo, demanda tanta persistencia y dedicación, exige tanta capacidad para convencer, animar, motivar, etc., que tan sólo una persona con una vida equilibrada será capaz de dar lo mejor de sí misma y estar a la altura a de las circunstancias.

Para que una persona pueda desarrollarse en todos sus ámbitos y no dejar que el profesional lo termine absorbiendo todo es fundamental aprovechar el tiempo al máximo. Hay que sacarle tiempo al tiempo (el tiempo es un bien escaso que hay que optimizar).

El tiempo pasa rápido y cada día cuenta: un día que no se aproveche es un día perdido. El líder no se puede permitir el lujo de perder el tiempo. Vivir intensamente, aprovechando el tiempo al máximo, no implica vivir aceleradamente.

Aprovechar el tiempo exige planificación:

El líder tiene mil asuntos que atender y tan sólo una buena organización le va a permitir poder desenvolverse con soltura y dedicar el tiempo a lo realmente importante y no perderlo con temas menores. Si no lo hace así, el día a día le terminará absorbiendo, impidiéndole ocuparse de aspectos más estratégicos, perdiendo poco a poco la perspectiva del largo plazo. El líder tiene que saber priorizar: distinguir qué es lo realmente importante, aquello que demanda su atención, y qué no lo es. Acto seguido, el líder tiene que saber delegar: es imposible abarcarlo todo.

El líder se centrará en lo esencial y delegará en su equipo otras obligaciones. Resulta muy útil fijar al comienzo de la semana (domingo por la noche o lunes a primera hora) la agenda de los próximos días: señalar aquellas actuaciones que uno debe realizar, fijar los objetivos que se quieren conseguir a lo largo de la semana.


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