En las últimas décadas, se han acumulado datos científicos que indican que la Humanidad está amenazada por el peligro del calentamiento global de la Tierra, y el aumento de la radiación ultravioleta que llega a la superficie terrestre. Estos peligros son serios, ya que la existencia de la vida en la Tierra es posible gracias a un delicado balance de fenómenos naturales, que han sido seriamente perturbados por la actividad humana.
a) El Calentamiento Global de la Tierra
Tal como se mencionó en párrafos anteriores, la composición química de la atmósfera juega un papel determinante en el balance térmico, ya que ésta absorbe parte de la radiación solar y de la energía radiada por la Tierra. Al aumentar la concentración de los gases invernadero (ie. CO2, CH4, N2O, H2O, O3, CFC), se constata una tendencia al aumento de la temperatura terrestre, con las consiguientes alteraciones climáticas.
En las últimas décadas, la atención ha estado principalmente centrada en las emisiones de CO2, ya que están directamente relacionadas con la generación de energía a partir de combustibles fósiles. El aumento de la actividad industrial genera un incremento de las necesidades energéticas y, por consecuencia, acelera la tasa de emisión de CO2. La implementación de fuentes alternativas de energía (es decir, no basadas en la combustión de material orgánico), medidas de conservación y aumento de eficiencia energética, sumada a extensos programas de reforestación, podrían revertir la tendencia actual.
b) Destrucción de la Capa de Ozono
El ozono (O3) presente en la estratósfera absorbe los rayos ultravioletas. Aunque está presente en pequeñas cantidades (del orden de 10-6 ppm), su presencia es vital para la vida sobre la Tierra, porque absorbe la radiación UV-B entre 0,20 y 0,32 um, que es letal para los seres vivos.
La gravedad de estos efectos adversos sobre los seres humanos y todas las otras formas de vida expuestas a la radiación solar, depende de la concentración de ozono en la estratósfera, ya que éste actúa como un verdadero escudo protector contra las radiaciones ultravioleta.
A su vez, la concentración de O3 en la atmósfera está determinada por el balance entre los complejos procesos físico-químicos de formación y destrucción de ozono. Ciertos contaminantes atmosféricos (por ejemplo, óxidos de nitrógeno, cloro, bromo), catalizan las reacciones de destrucción del ozono, y cada una de estas moléculas puede destruir miles de moléculas de O3 antes de perder su poder catalítico.