Obsolescencia planificada
Se denomina obsolescencia planificada o obsolescencia programada a la determinación, planificación o programación del fin de la vida útil de un producto o servicio de modo que este se torne obsoleto, no funcional, inútil o inservible tras un período de tiempo calculado de antemano, por el fabricante o empresa de servicios, durante la fase de diseño de dicho producto o servicio. La obsolescencia planificada tiene un potencial considerable y cuantificable para beneficiar al fabricante dado que el producto va a fallar en algún momento, obligando al consumidor a que adquiera otro producto nuevamente, ya sea del mismo productor (mediante la adquisición de una parte para reemplazar y arreglar el viejo producto o mediante la compra de un modelo del mismo más nuevo), o de un competidor, factor decisivo que también se prevé en el proceso de obsolescencia planificada.
El empleo de la obsolescencia planificada no siempre es tan fácil de determinar, y se complica aún más al entrever otros factores relacionados como pueden ser la constante competencia tecnológica o la sobrecarga de funciones que si bien pueden expandir las posibilidades de uso del producto en cuestión también pueden hacerlo fracasar rotundamente.
Obsolescencia percibida:
Cuando crean un producto con un cierto aspecto, y más adelante se vende exactamente el mismo producto cambiando tan solo el diseño del mismo. Esto es muy evidente en la ropa, cuando un año están de moda los colores claros, y al siguiente los oscuros, para que el comprador se sienta movido a cambiar su ropa perfectamente útil y así ganar más dinero.
La obsolescencia percibida es un tipo distinto de planificación, cuyo objetivo es no obstante el mismo: aumentar de forma artificial la demanda de productos. En este caso, se hace uso sobre todo de herramientas publicitarias y de marketing para que los consumidores piensen que es , que consideren que ya al margen de si cumple su función o no, o simplemente que . Su uso es evidente en el mercado del vestido, en el que se proponen dos cambios de armario anuales, aunque la entrada de la estética en productos funcionales antes ajenos a ella está posibilitando el que se aplique a muchos otros sectores.